Ghoulies

Ghoulies (Ghoulies, 1985, USA)
Dirección: Luca Bercovici
Guión: Jefery Levy y Luca Bercovici
Género: Aprendices de brujo demoníacos y monstruos de peluche gamberros
Intérpretes: Peter Liapis (que tiene una cara de bellotero que tira de espaldas), Lisa Pelikan (que se parece un montón a la hermana de Mulder), Michael Des Barres (encarnando al papi-brujo con los ojos verdes y los cuernos de un torito bravo), Jack Nance (un mindundi que parece que no sabe nada pero lo sabe to)
Sinopsis: En una noche de luna llena, un brujo cabrón quiere sacrificar a su hijo porque, entre otras cosas, eso es lo que hacen los brujos satanistas. Pero que no cunda el pánico, porque ahí está la madre coraje que rescata al niño y le pone un colgante que le hace inmune a la magia negra del padre putativo. El brujo cabrón se enfada, mata a la madre y le dice a uno de sus esbirros que se lleve al niño a la China continental, que no lo quiere ver más. Da la casualidad que el esbirro es buena persona y decide cuidar al niño y apartarlo del mundo de la magia negra. Por eso, cuando el nene llega a la mayoría de edad, le deja ir a la mansión familiar, donde el padre brujo (ya fallecido) tenía todos sus libros de magia negra, sus túnicas kitsch, sus tridentes eléctricos y sus altares satánicos. Como de casta le viene al galgo, el nene se picará con la magia luciferina y en una noche tonta invocará a unos pequeños demonios cabrones, los ghoulies, y ya está todo el pescado vendido.

"Ghoulies" resume a la perfección el espíritu exploitation de los años 80: una película mala de cojones pero con mucho carisma. Englobada en el subgénero "little bastard monsters" a raíz del éxito de los Gremlins de Joe Dante, esta película tiene una poca vergüenza impresionante, porque los pequeños monstruitos salen poco y mal, siendo el tema central del film la paulatina posesión del hijo del brujo por el espectro de su padre, que el chaval empieza a jugar con las cosas satánicas y al final va perdiendo la personalidad en favor de la del padre, que el cabrito está esperando en el nicho para hacer acto de presencia (argumento que nos recuerda al clásico relato de H.P. Lovecraft "El caso de Charles Dexter Ward"). El muchacho está tan obsesionado con la magia que incluso para cumplir conyugalmente con la novia se pinta un pentagrama debajo de la cama y así no tiene que tomar viagra. Por todo esto, la verdad es que los ghoulies no pintan nada en la historia, sólo son un mero adorno y un evidente reclamo comercial para que los chavales piquen y vayan al cine o se alquilen la película esperando ver un espectáculo similar al de los Gremilins o los Critters, con cientos de bichos saltando y dando por el bottom. Pero ¿sabéis que os digo? ¡Que me da igual! los bichos son tan gamberros, tan cabrones y tan encantadores (en especial el bicho verde calvo de la portada, como una versión mutante de Pato WC) que le perdono al director lo granuja que es. Hay que reconocer que la idea tiene potencial, pero como el presupuesto no da ni para pipas, los bichos apenas son marionetas sin movilidad enfocados en primer plano o en plano medio para que no se le vean las piernas (o el brazo del tío que los está moviendo). O sea, que nadie espere ver unos guiñoles como los de Jim Henson o Frank Oz, ¡ni mucho menos! más bien son títeres cutres como los del parque un domingo por la mañana y va que chuta. Pero la serie Z es lo que tiene: contra más cutre, más divertido. No obstante, hay algunas secuencias escalofriantes, como la del muñeco con la cara blanca que está en la mecedora y en el armario indistintamente.
Exceptuando a la pareja protagonista, los personajes son bastante tópicos y patéticos, un puñado de "jóvenes-adolescentes" amiguetes que van a las fiestas a beber, endrogarse y a arrimar cebolleta: está el ligón chulo playas, están las tías buenas (dos), están los colgados drogatas (el de las gafas de sol es muy divertido) y está el friki que no liga ni una. Y no solo es mala su interpretación, sino también su estilismo, porque me llevan unos peinados y unos trajes que son de lo más hortera de los 80´s. A nivel argumental, estos personajes no sirven para nada, pero como carne de cañón cumplen a la perfección su cometido, siendo masacrados por los ghoulies, por una pareja de enanitos o por el propio brujo cabrón. Y hablando de masacres, en la peli apenas hay gore, a excepción de un bulto en el entreteto de la madre o algunos arañazos y mordiscos. En cuanto al padre brujo, queda muy bien como supervillano grandilocuente y egocénctrico, con sus grandes poses, su afectación aristocrática y sus ojos verdes fosforitos. Además, el tío es un ambiguo y un degenerado sexual, porque le quiere comer la boca a su propio hijo ¡vamos, que además de satánico es un rato guarro el tío! Y el final de la peli es apoteósico, con una batalla de brujos que ni el señor de los anillos, con sus rayos rojos y azules que sería la envidia de Gandalf y Sauroman.
Como ya dije en un principio, el carisma y el potencial de la película era innegable y tuvo un éxito de taquilla impresionante, lo cual propició varias secuelas con un nivel de cutrerío similar a la original. En concreto fueron 3 secuelas: "Ghoulies 2", "Ghoulies 3: los ghoulies van a la universidad" y "Ghoulies 4: los ghoulies tras el amuleto maldito". Estas películas fueron pasto de videoclub, con una audiencia compuesta en su mayoría por niños y pequeños adolescentes que flipaban (flipábamos) en colores a pesar de lo malas que eran.
En fin, "Ghoulies" es una película que no conoce el término medio: o la amas o la odias profundamente. Yo me encuentro entre los primeros (aún reconociendo que la peli es un rato cutre). Aquí os dejo el trailer de la película (cortesía de Trashtrailers).

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Y aquí os dejo una de las escenas clave de la película, o como LosBrothers69 ha titulado, "Ghoulies orgasmus".

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