gato en el cerebro, Un

Un gato en el cerebro (Un gatto nel cervello aka Nightmare Concert, 1990, Italia)
Dirección: Lucio Fulci
Guión: John Fitzsimmons, Giovanni Simonelli, Antonio Tentori y Lucio Fulci
Género: Gore Metacinematofráfico (quicir, cine dentro del cine)
Intérpretes: Lucio Fulci, David Thompson, Jeoffrey Kennedy, Malisa Longo
Sinopsis: Nuestro Lucio Fulci está rodando una de sus películas de terror y casquería fina, que trata de un caníbal que descuartiza a tías jamonas y luego se las come. Precisamente, llega la hora del almuerzo y Lucio Fulci se va a su restaurante favorito para comerse un bistec. Pero cuando se sienta a la mesa y ve la carne, se acuerda de la película que está realizando y le da asquito. A partir de aquí la olla se le irá cosa mala, porque su mente empezará a mezclar realidad y ficción. Y no es una ficción de "Alicia en el país de las maravillas", no, es la ficción de todas sus películas de terror, lo cual tiene a mi Lucio acojonadito perdido. Da la casualidad que un vecino suyo es psicólogo e hipnotizador y va a su consulta para que le cure un poquito. El problema es que el psicólogo es, además, psicópata e intentará inculpar a nuestro Fulci de sus crímenes. ¡Será cabrón!

Lucio Fulci (1927-1996): Maestro, padre y abuelo del cine de terror exploit Italiano y fuente de inspiración de un montón de directores del mundo entero (entre ellos, Quentin Tarantino, que le dedicó entera la peli Kill Bill vol. II). Su mayor virtud era la sinceridad de sus planteamientos: ir a ver una película de Lucio Fulci era una apuesta segura, porque fijo que te ibas a encontrar un buen número de crímenes brutales y de mal gusto y alguna señorita enseñando senos. Su mayor defecto era que a veces no te enterabas de qué iba la película, pero como te lo pasabas bien viéndola, se lo perdonábamos y punto. No obstante, el ataque recurrente de la crítica especializada "intelectual" gafapastoide insiste en señalar que el guión de las películas de Fulci es, en el mejor de los casos, caótico e incoherente, y en el peor, inexistente, siendo un cúmulo de escenas impactantes y de mal gusto enlazadas de mala manera. A lo largo de su carrera, Lucio Fulci, lejos de desmentir esa teoría, la confirmaba, argumentando que las exigencias de producción del cine exploitation no le permitían desarrollar esos argumentos convenientemente y debía centrarse en las escenas que, en última instancia, su público demandaba, esto es, escenas de destripamientos, descuartizamientos, tetas y culos. "Un gato en el cerebro", testamento fílmico de Lucio Fulci (el director fallecería 6 años después), parece confirmar esta teoría, sincera y oportunista a partes iguales, con una trama llena de escenas gratuitas de gore sanguinolento, despelotes generalizados y sin ningún tipo de coherencia argumental (bueno, sí, la justificación a tanto cafrerío es que son alucinaciones de Lucio Fulci, con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho). Con este acto arrogante y divertido, Lucio Fulci, lejos de pedir perdón por su obra cinematográfica, la reafirma, sintiéndose orgulloso de ella porque, en última instancia, cumplía a la perfección con su objetivo: estremecer al espectador.
La peli comienza siendo un ejercicio metacinematográfico donde realidad y ficción se entrelazan continuamente. En clave de sorna y humor negro, Lucio Fulci hace una reflexión sobre su cine y su impacto en el público y en la cultura popular. De esta manera, interpreta a un director asaltado por las dudas y los miedos, temeroso de que su obra sea, en el fondo, una basura sádica y grotesca. ¿Dar al público lo que quiere es una justificación para filmar tanta aberración criminal y sexual? Angustiado por la certeza de que su herencia cultural al mundo del cine sea oportunista e insignificante (como tantas veces le ha repetido la "cúpula" cultural), por primera vez en su vida está más perdido que un pingüino en un garaje y continuamente atormentado por las escenas de terror que regaló al mundo. No obstante, y como no podía ser de otra manera, al final de la película Lucio Fulci destierra todas estas dudas y reafirma su papel de narrador de historias de terror cuyo principal objetivo es entretener al respetable público.
El film es muy divertido, sobre todo porque tiene muchas bromas y muchos guiños para el espectador. Por ejemplo, hay una escena en la que un grupo de periodistas alemanes visita a Fulci para rodar un documental. A Fulci se le va la olla y se imagina rodando una escena en la que unos nazis están en medio de una orgía. Cuando recupera el sentido, se da cuenta de que le ha pegado una hostia a un cámara y a la entrevistadora ha intentado desnudarla. La mujer, lejos de indignarse, le da las gracias, confirmando la idea de que contra más nos putea Lucio Fulci con sus escenas horripilantes y desagradables, más agradecidos le estamos. Por otro lado, el director tiene el desparpajo de recrear una de las escenas clásicas de Hitchcock, la de la ducha de "Psicosis" pero siendo fiel a su inimitable estilo, es decir, sacando mucha sangre y mucha teta. Este tono de reflexión, autocrítica y poca vergüenza caracteriza la primera parte del film, pero, desgraciadamente, el argumento acaba cayendo en una monotonía un tanto aburrida protagonizada por las cada vez más numerosas escenas gore que son pura entelequia, principio y fin en sí mismas y que a pesar de que están bien hechas, son completamente gratuitas y acaban cansando (sobre todo porque se alejan del principal interés del film, ese tratamiento metacinematográfico lúcido y desmitificador de Lucio Fulci).
En fin, "Un gato en el cerebro" es una película imprescindible para todo buen seguidor de Lucio Fulci y un film muy divertido a la par que desagradable y bestia, en la línea de nuestro querido director fetiche, que con el paso de los años no perdía facultades sino que aumentaba exponencialmente su mala uva.
Aquí os dejo el trailer de la película, cortesía de ThraumaTube.

No hay comentarios:

Publicar un comentario