En los límites de la realidad: la película

En los límites de la realidad: la película (The Twilight zone: the movie, 1983, USA)
Dirección: bueno, no nos hagamos la picha un lío nada más comenzar. La película está compuesta por cuatro episodios independientes entre sí, y cada uno está dirigido por un notas diferente. El primero, el del racista cabrón, está dirigido por John Landis; el segundo episodio, el de los yayos rejuvenecidos, lo dirige, como no podía ser de otra manera (con lo ñoño que es) Steven Spielberg; el tercer episodio, el del niño puñetero con superpoderes, lo dirige Joe Dante; y el último, el del avión con el gremlin en el ala derecha, lo dirige George Miller, el de Mad Max.
Producción: John Landis y Steven Spielberg
Guión: John Landis, George Clayton Johnson, Richard Matheson (el de soy leyenda), Jerome Bixby y Robert Garland, tomando como base los episodios de la serie de televisión "En los líimites de la realidad" (o "Dimensión desconocida", según el hemisferio) de Rod Serling.
Género: Cuentos de terror, misterio, fantasía y acojone, con mucho humor negro, mala leche y horró (aunque el episodio de Spielberg es de un cursi insoportable)
Intérpretes: Vic Morrow, Scatman Crothers (el cocinero calvo de color de "El resplandor" que tiene la voz de los documentales de Costeau), Kathleen Quinlan, John Lithgow, Jeremy Litch, Dan Aykroid
Sinopsis: Por lo visto existe una quinta dimensión que es pa cagarse vivo, porque allí suceden cosas horripilantes y misteriosas que te quitan el sueño y las ganas de comer. Esa quinta dimensión es la de la imaginación, pero tiene que ser una imaginación mu cabrona, porque cuando choca con los límites de nuestra realidad, casi siempre alguien acaba bien jodido. Por ejemplo, si vas en coche por la noche con otro tío y el colega te dice que si quieres que te enseñe algo que da mucho miedo, o bien quiere enrollarse contigo o bien es un monstruo que te va a asesinar; Si eres un racista cabrón, mejor estate calladito, porque a lo tonto te puedes teletransportar a la Segunda Guerra Mundial y los nazis te pueden tomar por judío, y entonces sí que te vas a arrepentir de ser tan hijoputa racista; Si atropellas a un niño y el crío no tiene ni un cardenal, desconfía mucho, porque seguro que lo que quiere el mamoncete es llevarte a su casa de dibujos animados y encerrarte pa toa la vida en ella, comiendo hamburguesas con mantequilla de cacahuete; y por el amor de dios, si viajas en avión NUNCA te pongas en el asiento de ventanilla, que como haya tormenta un gremlin te puede joder el viaje (pero que no se enteren los pilotos o los controladores, que si no, aprovechan el evento para hacer una huelga salvaje!!).

Entre 1959 y 1964, el canal de televisión Norteamericano CBS emitía una serie de misterio, terror y ciencia-ficción que tenía a la gente pegada en el asiento con los ojos como platos, gracias a su originalidad, a su buen hacer, a sus grandes guiones, a sus grandes actores y también gracias a sus finales sorprendentes. Pero sobre todo, gracias a su creador, un genio llamado Rod Serling, que el tío tenía arte, salero y duende para dar y regalar. Esta serie es, por supuesto, "Twilight Zone", porque si no, no sé por qué carajo estaría hablando de ella en esta reseña de "En los límites de la realidad: la película" ya que el film, realizado 20 años después, es un homenaje en toda regla a la serie de televisión antes mentada, cuyos capítulos eran tan alucinantes que nos dejaron flipados de niños, quedándose grabados en nuestra memoria un buen puñado de ellos (aunque la traducción exacta de "Twilight zone" sería "zona crepuscular", en lengua hispana se convirtió en "La dimensión desconocida" que tiene más gancho comercial).
Pues bien, Steven Spielberg y John Landis habían visto la serie de niños y también quedaron pillados por ella, así que decidieron hacer una especia de remake con algunos de sus episodios favoritos, intentando recrear la magia y la fascinación de los mejores tiempos de la serie. Pero claro, del dicho al hecho hay un buen trecho, y ni Spielberg ni Landis poseían la genialidad de Rod Serling, capaz de crear historias memorables con una economía de medios y una sencillez argumental digna del oscar. Además, las historias de Serling eran impactantes, inquietantes, alucinantes, angustiosas pero sobre todo, tenían muy buen gusto, eran muy equilibradas en todos los sentidos y aunque poseían ese toque de ironía perversa, sus historias no tendían al exceso ni al escándalo (al contrario que, por ejemplo "Alfred Hitchcock presenta"). Desgraciadamente, ni Landis, ni Spielberg, ni Dante (Joe, no Alighieri) ni George Miller se caracterizan por la sutileza y la mesura. Más bien todo lo contrario. Y así nos luce el pelo. "En los límites de la realidad: la película" es un mal remake de la serie de televisión (a pesar de tomar como punto de partida historias originales de la misma). No obstante ¿eso significa que la película es un mal film de terror? ¡En absoluto, vida mía! La película es muy divertida e interesante, gracias a su desparpajo, su sal gorda y sus excesos en todos los sentidos. Pero los fans de toda la vida de la serie se preguntarán "¿qué han hecho con mi dimensión desconocida? ¡no era así como la recordaba! ¡Weeeeeeeeeeeee!"
Como ya dije al principio, la peli se divide en cuatro segmentos independientes entre sí (con una pequeña introducción dirigida por John Landis y protagonizada por el humorista Dan Aykroyd, que aquí da de todo menos risa). El primer capítulo es la única historia original de la película, dirigida por John Landis y protagonizada por el malogrado actor Vic Morrow. La historia posee una moralina bastante predecible y simplista, pero no por ello menos efectiva y angustiosa: un racista que sufre en sus propias carnes el efecto de su odio. La idea original de la historia era que el cabrito racista aprendía a base de palos a no ser tan xenófobo e incluso salvaba la vida a dos niños vietnamitas, pero un trágico accidente en mitad del rodaje que le costó la vida al actor, truncó el desarrollo de la historia y tuvo que ser concluida tal y como se ve en el film. El segundo segmento de la película no pega ni con cola con el resto del film, debido a su tono empalagoso, ñoño, infantiloide, cursi y agilipollado. Evidentemente es el episodio de Spielberg, que el día que le diagnostiquen diabetes se le va a acabar el rollo pastelón. Es el episodio más simple y facilón, apelando a una ternura de saldo con unos niños repelentes a la par que entrañables y con un abuelo entrañable a la par que repelente. Su atmósfera acalamerada y lisérgica, el abuso de los primeros planos para dar una sensación de proximidad y la moraleja final del film, hacen de este segmento el más flojo de los cuatro, y no porque sea mu bonito (que lo es) sino porque Spielberg utiliza las herramientas más vulgares para crear una ternura artificial. Pero que nadie se preocupe porque a partir de aquí empieza lo fuerte. El tercer episodio está realizado por Joe Dante, y con esto ya está todo dicho: mucho humor negro, mucho cafrerío, muchas escenas grotescas y mucha mala leche concentrada. Dante sabe explotar como nadie el sadismo de los dibujos animados clásicos, ofreciendo una auténtica pesadilla conceptual en un mundo cerrado, claustrofóbico y asfixiante. Por otro lado, la historia está protagonizada por Kathleen Quinlan, una monería de muchacha con una sonrisa bellísima. Y por último, tenemos el episodio dirigido por George Miller, con una actuación memorable del actor John Lithgow, el eterno secundario del cine estadounidense, que aquí interpreta como nadie a un pasajero de avión realmente asustado por las turbulencias del viaje y por los bichos que pretenden cargarse los motores del aparato. Lithgow lleva la paranoia y el aconjone de su personaje hasta el límite, siendo todo muy excesivo pero también perfectamente creíble, que el pobre tiene más miedo que un perrito chico. Aquí también vemos el sentido del humor retorcido y grotesco de Miller, que no se corta un pelo a la hora de crear un caos tanto dentro como fuera del avión, porque hay momentos que parecen sacados de "Aterriza como puedas".
La película no tuvo el éxito esperado, en parte debido al escándalo que supuso el grotesco accidente de helicóptero en medio del rodaje que le costó la vida a Vic Morrow y a dos niños. Hasta ese accidente, las medidas de seguridad en los rodajes eran muy escasas y las jornadas de trabajo eran excesivamente largas y agotadoras. Desgraciadamente tuvieron que morir tres personas para que las leyes fueran más estrictas en ese sentido.
Aquí os dejo un video muy apañado de MADWORLD1927.
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