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La historia interminable (Die unendliche Geschichte (¡olé cómo domino el alemán!) aka The neverending story, 1984, República Federal Alemana (en los tiempos de la guerra fría))
Dirección: Wolfgang Petersen
Guión: Wolgang Petersen y Herman Weigel, basado en una novela de Michael Ende (aunque a él no le hizo ni puta gracia la película)
Género: Fantasía
Música: Giorgio Moroder y Klaus Doldinger, pero lo que más nos suena es la canción "The neverending story...ah-ah-ah, ah-ah-ah, ah-ah-ah" de Limahl, ese cantante con los pelos rubio de bote estropeaos que llamaba mucho la antención
Intérpretes: Barret Oliver (como Bastian, el niño empanao), Noah Hathaway (como Atreyu), Tami Stronach (como la princesa infantil)
Sinopsis: Bastian es un niño que está bastante jodido porque su madre falleció y su padre no le hace ni puto caso y para más inri los matones del colegio le amargan la vida día sí día también. Un mañana, mientras escapa de los matones joputas, entra en una librería y "coge prestado" un libro muy misterioso que según el bibliotecario es la caña de España. Bastian se pone a leer el libro en el desván del colegio (con dos cojones) y allí flipará en colores con la historia de Atreyu, la princesa cabezona y la Gran Nada que amenaza con destruir el Reino de Fantasía.
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"La historia interminable" es una de esas películas emblemáticas de una época concreta que cuando la recordamos se nos pone una sonrisita y una cara de gilipuertas que tira de espaldas, porque la primera vez que la vimos (y la segunda y la tercera...) nos encantó, nos emocionó y nos hizo soñar. La película es una adaptación de la novela homónima escrita por el autor alemán Michael Ende en 1979, creador de una literatura juvenil con moraleja y contenido social que atrae tanto a niños como a adultos por la imaginación desplegada en sus páginas y por el simbolismo de unos personajes y momentos aparentemente infantiles pero que en realidad no lo son, derrochando sabiduría e ingenio a punta pala. Pues bien, a la hora de adaptar la novela al cine, el director Wolfgang Petersen decidió centrarse en los aspectos más visuales de la obra, dejando en un segundo plano todo el contenido filosófico del libro, esto es, la crítica social al aborregamiento de las masas que prefieren ver la tele a coger un libro y que a la larga hará de nosotros gente alienada, manipulable y sin imaginación, pizarras en blanco para que los poderes fácticos nos coman el coco de mala manera, peleles que no pueden crear, sólo consumir. Aunque este tema está presente en la película, el director no desarrolla todo el potencial de la idea, y, al contrario, prefiere desarrollar los aspectos más superficiales de la novela, toda la parafernalia fantástica y el planteamiento de la historia (recordemos que el director no adapta la novela entera sino que se limita al comienzo de la misma, quizás la parte más resultona e infantil de la obra). Por eso, el punto fuerte de la película son los espectaculares efectos especiales, que en su día nos dejaron con la boca abierta. A pesar del avance digital actual, hay escenas en la película que nada tienen que envidiar a las últimas tecnologías, como por ejemplo la prueba de las esfinges o el impresionante palacio de la Emperatriz Infantil (no obstante, hay otros efectos especiales que cantan como Carusso, como los cromas cuando la gente vuela). También destacan los colosales decorados y los diferentes muñecos que pueblan el film, como el de la tortuga gigante, el del caracol, el del entrañable hombre piedra o el espectacular dragón Yuyur (que yo de chico quería uno). En cuanto a la interpretación de los personajes, clavan su papel a la perfección, tanto Atreyu, el niño-héroe que derrocha idealismo, sinceridad, valor y nobleza (y al que nos gustaría parecernos), y Bastian, en su papel de niño empanao que no se entera de nada (que es a quien nos parecemos realmente). El tercer personaje clave es la emperatriz infantil, una entidad con apariencia de niña pero que en realidad tiene muchos años y que la actriz Tami Stronach interpreta a la perfección, dotando a su personaje de sabiduría y ternura.
Quizás el único defecto del film es su tono infantil, planteado expresamente para contentar al público potencial de la película, los niños (repelentes, apostillo), dejando en un segundo plano (o sencillamente en la cuneta) todo el mensaje de la obra de Michael Ende. Por ello, el escritor renegó de la película y pidió por favor que su nombre no apareciese en los títulos de crédito (un euro a quien lo encuentre).
No obstante la película fue un éxito de taquilla y se forraron de billetes, propiciando la realización de dos partes más, "La historia interminable 2: el siguiente capítulo" (1990) y "La historia interminable 3: las aventuras de Bastian" (1994), las dos con capital norteamericano y alejadas a velocidad luz de la peli original y mucho más del libro.
En fin, siempre nos quedará la primera parte, la de verdad, la de nuestra infancia, "La historia interminable", un clásico inolvidable del cine fantástico juvenil.
Aquí os dejo un trailer de la película, por cortesía de LokyManguito.

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